25.11.05

Greatest Hits II

Noviembre queda entonces totalmente ajeno a las palabras nonatas aunque caprichosamente demoledoras de diciembre (ganas de, digamos).
Hoy quiero dejar algunas representaciones lozanas, sensibles, dignas de dignificar:
Sumergite en el pavimento desde un principio fácil aunque irrealizable o sentate en el sillón de los fines de semana. Entendete como un añejado iluso de pavimento y sillones, ésta vez regresando biológicamente a las emociones verdaderamente tenebrosas pero estimulantes que un simple juego podría desencadenar.
Además les dejo las impresiones que un intruso querible nos brindó, muchas gracias, muy lindo todo... ahora no tengo ganas ni de salir a la calle, y desconfío hasta de piñon fijo.




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"recorridos urbanos con los mars volta en los oidos", por el doctor Tin.

Éste simpático muchachín alguna vez dijo fervientemente: "escribir desinteresadamente es una puta utopia, me quedo con las fotos".









"Las guirnaldas del verano", por Cecilia Larregui

Las guirnaldas del verano. El parado, algo estático juega con los ojos, pequeño, casi ínfimo levanta la cabeza.
Iceberg rojo, puntiagudo, octogonal.
Se vuelve; mira el árbol. La sombra se proyecta sobre la tierra seca. Las piedras desdibujan la superficie.
Tres pasos hacia atrás; retiene la gasa con el dedo anular, se ensucia. Tierra mojada.
El árbol lo esconde; amortigua a la otra sombra, la otra, la que lo estremece y lo hace acurrucarse.
Da esporádicas miradas por encima de la copa naranja.
Cuatro pasos hacia la izquierda. Se esconde; las cortinas se abren; una peluca amarilla y una barba de mujer lo buscan.
Casi medio paso hacia delante; lo guarda, se trepa a las raíces. Tropieza.
La barba se acerca; gira, juega al lobo en el bosque. El se retuerce; las muñecas húmedas, el árbol seco. Tierra roja. Barba y caballito de pino, simulan una persecución, lazos y sombreros.
La punta toca el cielo. Era roja.
Dos pasos hacia atrás. Aprieta sus manos contra el tronco; la corteza se embebe, se ablanda, se oxida como todo en los finales sin perdices ni calabazas.
El sol se cansa, baja hasta agotarse o hasta que el árbol lo frena. El, atrás.
La copa amarilla de mujer desespera. Los vasos de sangre de hombre buscan maderas muertas, papel vivo.
Un paso hacia la derecha. La sombra lo deja.
Ella llega al sol, atrás el árbol.
El árbol se cae.
El se desploma sobre los zapatos en punta.





¿La mejor foto del mundo? la sacó el usuario anónimo, lucas (rockero que ha superado el anonimato)


¿"Oscuridad de sangre"?, por Darío Torcisi

La desolada perdición y el estatismo.
(sobre un hielo de quietas avalanchas)
La mueca febril del olvido secó el último rayo,
y la velocidad y el delirio
fueron gotas ácidas que erradicaron la comprensión.
La copa desnuda el contexto
y los andariveles nocturnos de estrecha consistencia
se abren como fuego.
Prisa en vano (enfermo de sangre)...
Cielo despojado del candente hechizo
que culmina en amaneceres.
Una marca roja que atraviesa el alma
y carga el peso de la vida.
En vaivenes y en celdas
la conciencia no nace a tiempo
y se reanudan los cambios...
Sin un cuerpo (preso de sangre)...
El pecador no conoce el coraje.
El invierno desparrama su flujo
sobre el corazón fugitivo
chorreando el abanico mental
(ataúd de las memorias)...

Rejas de niebla y cascadas de negrura.
Vacilante trayecto que recorre
en pasos secos la historia muerta.
El trasfondo y los sucesos (inclemencia de sangre)...
El guiño del anochecer
da sus señales efímeras
y el rastro imperceptible de la verdad
es un instante único y cerebral
que fenece con los ojos...
Gotas de hambre.

La desolada transformación y el escapismo.
(bajo un ojo de mirada impiadosa)
Llegan los muros de su viaje .
La inutilidad de los movimientos
cegó la interminable espera.
Fueron corpóreos los estallidos
y los pensamientos de la luna
volaron hacia otras noches
desafiando al vendaval.
Una viva armonía
desprendió coros de aromas celestes
que dejaron marcas en el amanecer por venir.
Mar de sombras entreabiertas (caído de sangre)
Serenidad y carencia de todo.
El reproche siempre vivo
y los huecos grises.
La promiscuidad del rezo se abalanza
como la pasión del cuerpo (ardiente de sangre).
Una creencia inalterable cae en ángeles
que cruzan la noche descubierta
atravesando los paisajes cerrados...
Sepultar los restos de carne
y detener el equilibrio.
Es el suelo y el acoso de las serpientes,
que dibujan su recorrido alterando el cerebro.
Ya los nombres se apagan.
Ya dormir y ya reptar.
Ya llegar a ningún sitio.
Ya perder.
OSCURIDAD DE SANGRE....