16.1.07

El otro lado de la fe

Todo ocurría con naturalidad a pesar de su inestable argumento. Era un hombre agradable, la desdicha parecía estar sepultada por la desdicha. Las poblaciones y los paisajes, la irremediable yapa del sinsentido. La irresolución de su sinsabor, conciente y a veces optimista: la existencia de lo desabrido significaba un pasado diferente, una realidad evidenciada en fotos, escrituras y cintas. Su admiración por los quelonios, su emoción por las emociones que fueron. Una verdadera fortaleza, el otro lado de la fe. El oro y los folletos, tan insignificantes como su inestable argumento y tan pensados como su naturalidad. Se sentía una tortuga descalibrada, un desdichado menos de la sociedad.